dilluns, 16 d’agost del 2010

Capitán general de Caracas dando noticias de la provincia







Índice de la representación que el capitán general interino de Caracas dirige al excelentísimo señor primer secretario de Estado y del Despacho Universal, con fecha 2 de abril de 1818.

N.12.. Cumpliendo con lo que ofreció en su representación de 19 del muy último hace el detalle de lo ocurrido en los días que expresa

Pardo


N. 12
El Capitán General interino de Caracas
Cumpliendo con lo que ofreció en su representación de 19 del mes último, hace del detalle de lo ocurrido en los días que expresa.

Excelentísimo Señor

En esta fecha digo al excelentísimo secretario de Estado y del Despacho de la Guerra lo que sigue.
"Excelentísimo Señor:= No bien habíamo salido del oscuro caos que tengo dada cuenta a V.E. con fecha de 13 del mes último, cuando recibí el oficio nº1 del comandante militar de la Sabana de Ocumare fechado en 8 del mismo, en que me participaba la llegada al sitio de la Huerta del rebelde Mauricio Ledesma con 300 hombres de caballería y las miras de unirse con otro igual número de infantería que mandaba el perfido Saraza en el punto de Flores con objeto de invadir el pueblo de Orirtuco, de lo cual di aviso al excelentísimo señor general en jefe del ejército expedicionario.= El 11 del mismo recibí otro oficio marcado con el nº 2º del brigadier don Miguel de La Torre fechado en las Cocuisas una jornada de esta capital, en que me participaba la entrada los insurgentes en el pueblo de la victoria distante dos legua de aquel punto.= Al mismo día 11 llegó a la capital el teniente coronel don Tomás García, que con orden del general en jefe había ido cerca del briadier La Torre, y me pasó el oficio nº. 3º.= En estos momentos, y teniendo anticipados conocimientos que dicho general en jefe estudiosamente habría cooperado a la internación de los enemigos para batirlos con las ventajas posibles en el plan que había proyectado; lo participé a la Real Audiencia para su conocimiento, y me dediqué a dar cuantas disposiciones políticas y militares eran conducentes a la seguridad de la capital, poniendo sobre las aramas todo el paisanaje que de antemano tenía organizado en compañías de milicias urbanas, con los diversos cuerpos políticos de comercio, agricultores, Real Hacienda y demás, guarneciendo las avenidas de los pueblos de los Feques, Carrizal, San Antonio y otros, hasta donde lo permitía la posibilidad contra otra clase de tropas, y expidiendo la proclama que adjunto con el nº 4º.= Los efectos de esta disposición fueron los más plausibles, pues cimentando el orden y la tranquilidad pública bajo sus auspicios, observaba gustosamente en los semblantes de todoss, el deseo de coadyuvar a la destrucción de los enemigos del rey, y puedo decir a V.E. con ingenuidad que a pesar de verme postrado en una cama, como lo estuve por muchos días, atacado de una ardiente fiebre, resultiva del mal de erisipela que padezo, me hacía superior a la postración en que me hallaba la disposición de ánimo que advertía en cuantos se me acercaban, y las noticias que me comunicaban del contento general de la población, y de sus ansias porque llegase el instante de dar todos un público testimonio de su adesión al rey.= El Ilustrísimo Ayuntamiento de esta capital constituido desde aquellos momentos en una sesión permanente para auxiliarme en las disposiciones políticas, como lo ha hecho instantánemente, no sólo  me ha dado una prueba concluyente de su acrisolado amor al rey, sino también las más incontestable del interés que toma en beneficio público como digno representante suyo.= Los oficiales de E. M. los jefes de los cuerpos de artillería e ingenieros, el teniente coronel Don Antonio Herraiz que constantemente lo he tenido a mi lado para aprovecharme de sus conocimientos militares; el secretario de la capitanía general don Bernardo de Muro, el oficial mayor de ella don José de Muro, el gobernador del arzobispado, cabildo eclesiástico y otras personas de respeto se han esforzado cada una según la parte que le ha pertenecido, en dar testimonios muy relevantes de su amor y fidelidad al rey, con los más vivos deseos qe se restablezca el orden y tranquilidad pública: lo que hago presente a V.E. pra que sirviéndome ponerlo en noticia de S.M. se digne manifestarles su real gratitud; recomendando eficazmente a V.E., al presbitero doctor don Domingo Maestri, cura de San Antonio, ciuas fatigas y desvelos por la causa de S.M. han sido los más decididos, reuniendo y organizando en compañías de milicias todos sus feligreses para ser empleados como lo han sido en guardar una de las avenidas de la capital, en la ocurrencia relacionada, y fijándose en el pueblo de los Feques para obrar según lo exigiesen las circunstancias, dándome continuos partes de las novedades que habia.= Como en el suceso que dejo relacionado, la Real Audiencia en virtud del oficio que le pasé para su conocimiento, formó un acuerdo sin intervención mía, disponiendo su traslación a la Guaira, y de allí a Puerto Cabello, para seguir a establecerse en Valencia; me vi en la necesidad de dar pasaporte a los ministros que me lo pidieron, pues por más que los manifesté no había todavía un riesgo próximo, no pude persuadirlos, quedándome sólo en la ciudad el regente don Cecilio Odoardo, y oidor don Manuel García: lo que participó a V.E. para noticia de S.M. y por los reclamos que por mi conducto hizo el Ayuntamiento para la restitución del tribunal a la capital, el cual ha regresado ya.= El resultado de estas nuevas concurrencias, las tengo anunciadas a V.E. con fecha de 19 del mes pasado nº. 11, acompañandole las gacetas de las acciones tenidas con los enemigos, cuyo pormenor y las demás que han conseguido me persuado las participará a V.E.el general en jefe, como lo ejecuto yo de aquello que he creído pertenecer a mi autoridad, incluyendo las nuevas gacetas que después han salido de las más ventajas que van adquiriendo las armas del rey sobre los insurgentes, para noticia de S.M.
Lo que traslado a V.E. para noticia de S.M.
Dios guarden a V.E. muchos años, Caracas 2 de abril de 1818.
Excelentísimo Señor
Juan Bautista Pardo








N.2º

Hasta que son las seis de la tarde, acabo de llegar a este con la tropa de mi mando. Los enemigos han entrado hoy a las tres en la Victoria, habiendo salido Yo a las do. Este punto será sostenido hasta lo último; debiendo V.S. cuidar con el mayor esmero al poner toda la fuerza que pueda en el Corozal, y la subida de la Quebrada de Guaira, pues sosteniendo estos puntos, se entretendrá al enemigo tres ó cuatro días que son los que se necesitan para que el general en jefe venga desde Valencia sobre ellos: hoy se le debía reunir a S.E. la División de Calzada = Espero me mandará V.S. cuantos víveres pueda = Dios que a V.S. m a. Las Couyras 11 de marzo de 1818 = Miguel de La Torre = Señor capitán general
Es copia.

Pardo




N.3º
Cazadores de Castilla= Habiéndome prevenido el Excelentísimo señor General en jefe fuese yo el conductor de las órdenes consultas que hiciese a V.S.el señor brigadier La Torre he venido a esta capital a manifestarle a la voz lo que dicho señor me dijo del mismo modo para V.S. y como al presentarme me

desde donde no pasaría defendiendo al mínimo tiempo el camino que pasa desde la Victoria para los Feques y San Antonio; y que para estar dispuesto a todo hiciese V.S. salir todo el Batallón de Burgos sobre Cocuisas, a donde entraría sus

y que al mismo tiempo hiciese V.S.

bajo la dirección del señor cura de don Antonio todo aquel vecindaro para con él y algunas tropas defender el camino que arriba menciono: que V.S. previniese a dicho cura se pusiese en comunicación con el señor brigadier La Torre para saber lo más mínimo y no exponerse a la casualidad de una sorpresa: que también hiciese lo posible porque se reuniese cuanto antes la recluta de Castilla y marchase a incorporarse: que de todo daría a V.S. frecuentes partes y que el interín descansase seguro que la capital lo estaría siempre = Y en cumplimiento de su prevención se lo participo para su inteligencia y satisfacción = Dios que a V.S. m. a. Caracas 11 de marzo de 1818 = Tomás García = Señor Capitán general don Juan Bautista Pardo.

Pardo
Es copia.


Num. 180.
1395
GACETA EXTRAORDINARIA DE CARACAS DEL VIERNES 27 DE MARZO DE 1818
Oficios del Excelentísimo Señor General en jefe al Señor Capitán general interino.
Después del aviso que di a V.S. a la una de la noche del día de ayer, cuando me apoderé de este pueblo, continuó el ejército siguiendo el movimiento de la vanguardia que constantemente fue batiendo con los enemigos hasta el sitio llamado la Puerta, donde se hicieron firmes, reuniendo todas sus fuerzas que ascendían a 1.500 hombres de infantería y 1.200 de caballería.
Las tropas de vanguardia a las órdenes del bragadier don Fracisco Tomás Morales, pelearon valerosamente largo rato contra todo el grueso de los rebeldes, interín alcanzaron a llegar a los demás cuerpos del ejército, que no fue posible marchasen tan velozmente; pero al presente el regimiento de la Unión, el sexto escuadrón de artillería y el batallón de pardos de Valencia, todo plegó delante de nosotros. Los enemigos fueron arrollads, batidos y dispersos completamente, y ya no tuvieron obstáculo ninguno de nuestra marcha. El regimiento de Navarra y otros cuerpos no entraron en acción.- El campo quedó cubiero con más de 400 cadaveres enemigos, con todas sus armas, municiones, bagajes, banderías, armerías, Estado Mayor, secretarías, etc. que han caído en nuestro poder.= Aun no pued decir a punto fijo el número de estos efectos, porque se están recogiendo, y deben cogerse mucho más al enemigo en su fuga. Y ta va en la mayor dispersión, y los hemos visto desaparecer trepando por los altos cerros que están a derecha e izquierda del camino, después de arrojnjar las armas, siendo perseguidos muy de cerca por nuestras tropas en la dirección de San Juan de los Mortos, a pesar del cansancio de ellas, y de la falta de calzado.
Llevan heridos a sus generales Urdaneta y Váldez, y quedaron muertos en la acción el coronel general inglés Donald, empleado en el Estado Mayor, tres oficiales más de este cuerpo, y varios extranjeros.-Lo que noticio a V.S. para su inteligencia y satisfacción, y de los fieles habitantes de estas provincias.
Dios, &c. Cuartel general de la Villa de Cura 17 de marzo de 1818.-Pablo Morillo.=Señor don Juan Bautista Pardo.

1396
El coronel don Rafael López, comandante general de la vanguardia de la segunda división, con fecha de 19 del actual, desde el Caimán me dice lo que copio.
"Essmo. Sr.-Anoche a las ochos de ella recibí oficio del capitán Salgado en el sitio de Guasdalito, en que me comunicaba la plausible noticia de haberse V.E. cubierto de gloria en el sitio de la Puerta.- En el momento puse mi división en movimiento para San José de Tisnados, y en la mañana de hoy salí de este pueblo para ocupar el camino de Calabozo y recoger los muchos dispersos que por él se retiraban. Con este objeto adelanté una guerrilla sobre el paso del Caimán, y a las doce del día divisó una partida enemiga de setenta infantes, a los que cargaron 18 carabineros mantándole 10 hombres y haciéndole 51 prisioneros con 41 fusiles.-En mi marcha a este punto se me presentó Patricio José, vecino de San José, con un oficial y 12 soldados que habían cogido por estas inmediaciones. Por los prisioneros que hizo la guerrilla, fue avisado que en la Laguna de Antón Perez había 200 hombres de caballería y algunos infantes, los que me propuse coger esta noche, para cuyo efecto moví del campamento a las ocho de ella; pero a media legua de camino los encontré, y habiéndome dado el que quien vive, los cargué inmediatamente y puse en dispersión, matándoles más de 50 hombres y porción de prisioneros que aun se están cogiendo.=Mi pérdida ha consistido en dos muertos, un capitán extraviado y seis heridos, entre estos el subteniente de Navarra don José Ventura Benítez. He interceptado un oficio de Monagas desde las Lajas, en que avisaba el comandante de estas tropas, que es un tal Blanco, que se marchaba al Rastro, y que se retirase por hallarme yo en San José.- Entre las Platillas y las Hastas tengo una partida para que persiga a los dispersos,  y anoche el capitán Salgado tenía en su poder 11.-Mañana espero coger muchos prisioneros de lo dispersos que por aquí han quedado."
Con fecha del 20 me participa el brigadier la Torre, que consecuente al aviso del cornel López, se ponía en macha con el ejército en dirección a Calabozo, y que las partidas que tenía en varias direcciones, le avisaban de haber cogido varios dispersos del enemigo.-Todo lo que comunicó a V.S. para su inteligencia y satisfacción, haciéndolo notorio a las tropas del rey y fieles habitantes de esta capital con el mismo objeto.=Dios, &c. Cuartel general de Valencia 23 de marzo de 1818.-Pablo Morillo.=Señor don Juan Bautista Pardo.
Las cárceles de los pueblos, en cuyos distritos ha estado el teatro de estas derrotas, están llenas de los dispersos que se recogen diariamente de los montes que se ha visto un ejército en la cárcel.

Num. 187.
1445
GACETA EXTRAORDINARIA DE CARACAS DEL JUEVES 7 DE MAYO DE 1818.
Oficios del Excelentísimo Señor don Pablo Morillo al Señor Capitán General.
Tengo la mayor satisfacción en manifestar a V.S. que con fecha de 2 del actual me dice desde el pueblo de Cogede el brigadier don Miguel de La Torre lo que sigue.
"Excelentísimo Señor.-A la madrugada del día de hoy salí de San Carlos ccon dirección a este punto, donde presumía podría encontrar los enemigos. Marché seis leguas hasta Comoruco, donde pensé sestear, en cuyo momento se presentó la vanguardia del rebelde Paez, que unido ya a Rangel, Romero y Cuesta marchaba sobre San Carlos. Rechazada aquella en número de 300, continué mi movimiento, decidido a batirlo donde me presentase la batalla, y en efeto la presentó a un cuarto de legua del pueblo de Cogede, once leguas de mi posición de San Carlos. Sus fuerzas ascendían a 1.500 caballos largos, y dos batallones de infantería, que en su total tendrían de 600 a 800 hombres. El terreno era un llano inmenso. Mi formación fue por masas de batalla los batallones, y la caballería los flancos y retaguardia. En esta disposición los ataqué y vencí a paso de carga. Su infantería nos recibió rodilla en tierra y armas presentadas hasta medio tiro de pistola, que rompieron y rompimos el fuego. A corto rato fue abandonadda su infantería de las grandes masas de caballería, en cuyo momento fue totalmente degollada por nuestra caballería, que continuó sus ataques contra la enemiga, y la victoria se decidió en todas direcciones  por las armas del rey nuestro señor. La pérdida total de los rebeldes pasa de mil hombres. La nuestra llegará a ciento entre muertos y heridos, no permitiéndome la premura del tiempo dar a V.E. detalles de esta brillante jornada, reservándome para el inmediato día el darle conocimientos más exactos de este féliz día, aniversario de la gloriosa revolución de la nación a que pertenecemos."
Lo que traslado a V.S. para su satisfacción y la de los leales habitantes de esa capital, advirtiendo que el caudillo Paez, según sus prisioneros, va atravesado por el vientre de un balazo. Nosotros hemos tenido la desgracia de haber sido herido en una pierna el bizarro general don Miguel de La Torre desde el principio de la acción; pero siguió mandando las tropas hasta haber conseguido la victoria. También fue muerto el coronel del regimiento de Castilla doon Pedro González Villa, otro oficial de su cuerpo, otro del del Infante don Francisco de Paula y 6 heridos, entre ellos el coronel sargento mayor del regimiento de la Unión don Manuel Basuà, que tiene dos balazos.-Dios, &c. Cuartel general de Valencia 4 de mayo de 1818.=Pablo Morillo.-Señor don Juan Bautista Pardo.
Caracas por don Juan Gutiérrez, calle de los Cipreses.

dijous, 12 d’agost del 2010

Tratado de capitulación del ejército español en Maracaibo


IRIS DE VENEZUELA
EXTRAORDINARIO
Caracas, 18 de agosto de 1823.=13.
TRATADO DE CAPITULACIÓN, bajo el cual se ha rendido el ejército español de MARACAIBO.
Don José Ignacio de Casas, caballero de la orden nacional de Santiago, coronel de los ejércitos españoles, y don Lino López Quintana, teniente coronel de los mismos, como comisionados con plenos poderes por el señor general en jefe del ejército de Costa Firme, y los señores José María Delgado, teniente coronel del batallón Zulia, y José María Urdaneta, capitán, secretario de la comandancia general e intendente del mismo, y con aclaramiento del señor general comandante general del tercer departamento de Colombia, comisionados de su parte para transigir de un modo honroso y debido a la humanidad y al decoro de ambos ejércitos; penetrados unos y otros del miserable estado en que se halla el pueblo de Maracaibo, asediado hace tres meses por la escuadra de Colombia en su laguna, sus vecinos afligidos y consternados por el hambre, el cañoñeo sufrido en sus casas y edificios, y por resultas del sangriento combate naval del 24 de julio último; animados los expresados comisionados de sentimientos los más generosos y justos en favor de tan desgraciada ciudad, y de cuantos han servido en auxilio de los dos partidos beligerantes, han acordado y convenido en obsequio de todos lo siguiente:
Artículo 1.-La plaza de Maracaibo, la fortaleza de San Carlos de la Barra y territorio ocupado por tropas dependientes del ejército español serán entregados al jefe sitiador de Colombia en el estado en que se encuentren.
2.-Lo serán del mismo modo al señor comandante general de la escuadra de Colombia los buques surtos en esta bahía.
3.-Los sargentos, cabos y soldados naturales de América que sirven en el ejército español, y quieran voluntariamente seguir las banderas colombianas, lo podrán hacer libremente: los que prefieran ser licenciados y sus casas bajo la garantía que este tratado les asegura, lo podrán hacer también; pero los que quieran permanecer fieles al gobierno español se tratarán y reputarán como prisioneros de guerra, sin ser molestado bajo la especial vigilancia de los garantes que se hablará, hasta tanto que los canjee dicho gobierno o sus funcionarios, comprendiendo en este artículo a los marineros.
4.-Los jefes y oficiales de cualquier graduación y naturaleza que sean y sus asistentes (que serán elegidos de los prisioneros en caso de no seguir voluntarios los que actualmente lo tengan) los sargento, cabos y demás individuos de tropa europea, podrán salir juntamente fuera del territorio de Colombia, para no volver a tomar las armas contra ella mientras sean canjeados, y en estos entrarán los músicos europeos.
5.-El ramo político del ejército, por el que se entenderán físicos, capellanes, armeros y asistentes, ministerio de hacienda pública y militar, y los comprendidos en el artículo anterior, podrán sacar sus armas, equipajes, propiedades transportables, oficinas y familias, haciendo responsables los comandantes de buques que al arribo al puerto de Cuba a que lleguen entregar todo a sus dueños religiosamente.
6.-El comandante de la columna del Zulia don Antonio León con sus oficiales: el jefe de las Cubimas Pío Morales con lo suyos serán comprendidos en el artículos 4 de este tratado. Los vecinos que tengan reunidos armados lo serán también en el noveno de él.
7.-Los primeros jefes de la república en este departamento facilitarán inmediatamente los buques necesarios para transportar a puerto seguro de la isla de Cuba los jefes, oficiales y sargentos y demás individuos de tropa que componen el ejército español y sus dependencias, siendo cuenta de dicha república los gastos que se hagan para ello, facilitando además la misma los víveres que necesite, y haciendo se guarde en todo a los oficiales y jefes por la gente de los buques el decoro y buen trato correspondiente a su clase.
8.-Todos los vecinos y habitantes de Maracaibo que quieran seguir con sus familias y propiedades transportables a la isla de Cuba, serán libres de practicarlo, siendo por cuenta de la república los transporte y víveres que necesiten.
9.-Los vecinos y habitantes de Maracaibo y su provincia serán tratados con el mismo arreglo a las leyes protectores de la República, sea cual hubiere sido su conducta y opiniones durante la ocupación de este país por las tropas españolas del mando del señor general Morales, dándose todo a un olvido absoluto, y haciendo que sus personas y propiedades sean altamente respetadas, como que tendrán un apoyo para deducir sus quejas justas a las autoridades constituidas.
10.-El ejército español y demás empleados y vecinos particulares de los que hablan los artículos anteriores se embarcarán en este muelle en los transportes de los que se ha tratado, y hasta una hora después de haber dado vela todos no será ocupada la ciudad por las tropas y marina de Colombia.
11.=Los heridos y enfermos españoles existentes en esta ciudad que se hallen en posibilidad de embarcarse serán conducidos y tratados a bordo con la humanidad y esmero posible, y los que no puedan verificar quedarán en ella y serán curados y asistidos, y respetadas sus personas y equipajes hasta que su estado les permita ser trasladados a Cuba que lo verificarán los señores jefes de este departamento en los mismos términos que se dejan prescritos pareas las tropas españolas.
12.-Todos los jefes, oficiales y tropa europea del ejército español prisioneros en el combate naval del 24 del anterior que quieran seguir a Cuba lo ejecutarán bajo los propios pactos y circunstancias que se dejan declarados para las tropas que ocupan esta ciudad.
13.-Se tomarán por una y otra parte dos jefes para cumplimiento de este tratado: los españoles quedarán en esta capital y los de Colombia seguirán a Cuba con las tropas del ejército español: los primeros recibirán su haber íntegro según sus clases del tesoro de Colombia, y los segundos lo mismo del español.
14.-Se estipula pena de muerte a cualquier jefe, oficial o individuo de tropa española que se aprehendiese haciendo la guerra a la república de Colombia si estar canjeado.
15.-Mediante a que el ejército español no tiene víveres mas que de carne para tres días, queda obligado el gobierno de Colombia contratante obligado a suministrar a aquel todo lo demás que falte desde la ratificación de este pacto hasta la llegada a Cuba y demás que quieran seguirle de cuenta de la república según se ha indicado.
16=Todas las dudas que ocurran sobre la verdadera inteligencia de algunos de los artículos que preceden se decidirán siempre en favor del ejército y súbditos españoles.
17=Los señores generales de ambos ejércitos nombrarán por sus respectivas partes oficiales que pasen a explorar la tropa americana de las que se habla en el artículo 9 de este tratado, como también de los europeos que se hallan prisioneros en Colombia, y de los que también trata el 12 del mismo.
18-El presente tratado será ratificado y canjeado dentro de veinticuatro horas y deberá empezar a cumplirse según su literal tenor tan luego como se ratifique y canjeé, y en fe de lo que así convenimos y acordamos, firmamos dos de un un tenor en la ciudad de Maracaibo a 3 de agosto de 1823.-José Ignacio Casas-Lino López Quintana-J.M. Delgado.-J. Urdaneta.
El presente tratado queda aprobado en todas sus partes por mi, como general en jefe del ejército español de Costa Firme. Cuartel general de Maracaibo a 3 de agosto de 1823.-Francisco Tomás Morales.-José Álvaro, secretario.
MANUEL MANRIQUE, de los libertadores de Venezuela y Cundinamarca, condecorado con los escudos de Bocachica, Victoria, Valencia y Carabobo: ayudante general de E.M.G. libertador, general de brigada, jefe de la primera brigada de la Guardia, intendente comandante general del departamento del Zulia, y jefe de operaciones contra Maracaibo; y JOSÉ PADILLA, de los libertadores de Venezuela, condecorado con dos escudos de distinción, general de brigada, comandante general del tercer departamento de marina, y de la escuadra de operaciones contra el Zulia, &c.
Aprobamos, sancionamos y ratificamos el tratado de capitulación que antecede, para que conste y tenga el debido cumplimiento firmamos en el cuartel general de Altagracia a 4 de agosto de 1823.-13.-Manuel Manrique-José Padilla-José Urdaneta, secretario.

Tratado particular que los comisionados españoles y de Colombia han acordado, bajo cuyas bases queda estipulado el tratado general en este fecha.
1. Los buques particulares armados en guerra en esta laguna serán entregados en el estado en que se encuentren al comandante general de marina de Colombia, que sin ningún armamento, con marina y pabellón español, serán destinada a conducir a Cuba al señor general en jefe del ejército español con sus edecanes y personas de su elección, con el correspondiente salvoconducto para no ser detenido por ningún buque de Colombia.
2. El teniente coronel José María Delgado se embarcarán en esta goleta por garante español de las personas que conduce, y quedarán en el castillo de San Carlos, hasta que la goleta Especuladora haya salido de Barra, desde cuyo momento se le dejará restituirse a su ejército.
3. Este buque con las gentes que transporte estará expedito y podrá dar vela desde que se ratifique este tratado.
4. Por la ausencia del señor general en jefe, quedará mandando en esta ciudad su segundo el coronel don Narciso López.
5. El presente tratado será ratificado y canjeado dentro de veinticuatro horas y deberá empezar a cumplirse según la letra de sus artículos desde que se ratifique y canjee; y en fe de los que así lo convenimos y acordamos, firmamos dos de un tenor en Maracaibo a 3 de agosto de 1823. José Ignacio de Casas-Lino López Quintana. José María Delgado=José Urdaneta. (Siguen las ratifaciones.)

He aquí compatriotas el término de una larga y sangrienta lucha: Colombia victoriosa; y el tirano más cruel y el más obstinado de cuantos han afligido a nuestra amada patria, el atroz y bárbaro Morales, prisionero, humillado ante el estandarte de la libertad implorar para alejarse de este suelo que ha empapado en sangre los favores que la generosidad americana no sabe negar a la desgracia.
El tirano se ha ido, y abandonando a Puerto Cabello a sus débiles esfuerzos, sin tropas, sin víveres, sin marina, este baluarte se halla en la víspera de su incorporación a la república.
Los enemigos que turban nuestra tranquilidad interior, ingratos que hemos acogido incautamente, sátelites del monstruo ya vencido, hijos de la perfidia, cubiertos de infamia y para siempre proscritos, saldrán luego de la tierra colombiana, que no espera más para florecer y prosperar.
Colombianos: sin enemigos exteriores ni interiores vamos a disfrutar los bienes de la paz en una tregua deliciosa, en la que Colombia aumentará sus fuerzas y se prepara a obtener el último triunfo, cuando España sometida a sus tiranos, torne atrevida a intimarnos la esclavitud.
Conciudadanos: cordiales gracias, gratitud eterna a los valientes generales Manrique y Padilla: loores sempiternos a los bravos todos que libran a la patria de los tiranos.
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OCTAVA.
Canta Colombia el día memorable
En que la escuadra colombiana altiva
Sobre el pendón hispano despreciable
Obtuvo una victoria decisiva.
Este triunfo glorioso incompatible,
Asegura a la patria eterno viva,
Pues el orgullo necio de Castilla
Humillose al valor del gran PADILLA.
M.T.

Los señores subscriptores tendrán la bondad de ocurrir por este papel a esta imprenta, por no estar presente el distribuidor.

Caracas, por Valentín Espinal, calle de la Paz, casa núm. 55.

León Ortega sobre campañas realizadas por Pablo Morillo



1819




Señor.



Después de haber acompañado por doce año sin intromisión a vuestro general Don Pablo Morillo, los siete primeros en la guerra de la Nación española contra Napoleón Bonaparte para volver a V.M. al trono de sus mayores de que aquel le había privado; y los cinco siguientes en la reconquista de las provincias de Venezuela y virreinato de Santa Fe; admirando en tan dilatada carrera de servicios las virtudes, constancia y particular amor de dicho general hacia V.R.P.,como igualmente los muchos días de gloria que ha proporcionado a las armas españolas en el citado tiempo: cuando ya me hallaba decidido a sacrificar a su lado gustosamente me asistencia en la horrible guerra que sostiene en aquellos países, recién en el mes de septiembre último la terminante orden sin que se me admitiese escusa alguna de pasar a esta Corte con la amarga y muy dura comisión de exponer a A.L.R.P de V.M. (a resultas de la entrada del rebelde Simón Bolívar en la capital de San Fe) que era llegado ya el momento que tenía anunciado por todos los medios posibles que por falta de auxilios, el fruto de tantos trabajos y de tanta gloriosísima sangre derramada por los valientes de aquel Ejército expedicionario quedase inútil desapareciendo sus conquistas, sin tener otro consuelo su general que el de sepultarse en las ruinas de aquel continente, como solamente lo ofrecía por mi a V.M.

Sensible me es señor ser el conductor de tan desagradables noticias: dichoso yo si al ponerme a A.L.P de V.M. tuviese la suerte que a otros mis compañeros de armas en los tiempos felices de aquel ejército, de venir a anunciar la reconquista de grandes plazas y provincias; pero penetrado que por más que repugne a mi amor hacia V.R. persona el poder con mi voz turbar de algún modo su tranquilidad, el mismo amor me impone la obligación de expresar los males para que si aun es tiempo, puedan remediarse, habiéndome impuesto antes este deber la comisión del general en jefe: paso a manifestar a V.M. cuanto me encargó la hiciera presente.

Ya antes que yo, y cuando por la perdida de la provincia de Guayana, y necesidad de abandonar la reconquista de la isla de Margarita, presintió el general Morillo en septiembre de 1817, los resultados que habían de ofrecerse el ser dueños los enemigos de la navegación de Orinoco al Meta, y de todos los que en éstos dos desembocan haciéndoselos aumentar extraordinariamente las fuerzas de mar y tierra vino a esta corte un oficial de aquel ejército, que de palabra y por escrito tuvo el honor de pintar a V.M. conforme a las instrucciones que traía, el triste cuadro de la situación en que quedaba aquella guerra, la necesidad absoluta de enviar fuerte expedición que quitase a los enemigos la base que tenían en Margarita y Guayana, y guarneciese el virreinato de San Fe, en el cual no se encontraba un solo soldado europeo, excepto la guarnición de la plaza de Cartagena, yendo al mismo tiempo buques suficientes de guerra para cubrir un país que todo es costas, y determinándose que las cajas se habían de remitir que situados que sufragasen los indispensables gastos de hospitales y proporcionasen media paga a aquellos beneméritos militares.

Sabe muy bien V.M. que ni la comisión de este oficial que vino hace dos años, ni la correspondencia de oficio que trajo, ni la que ha venido después, ha ofrecido otro resultado que algunas esperanzas lisonjeras, más no se ha enviado un solo buque ni un solo hombre.

V.M. no ignora por qué motivos el general Morillo cuando en principios del año de 1817, llegó a Venezuela, se halló con una nueva guerra, y con que la isla Margarita se había vuelto a separar de la debida obediencia: no dudo se halle muy presente en la memoria de V.M. que según los planes, convencidos en esta corte con el general antes de su salida, debió tocar en a dicha isla la expedición que a principios de 1816, pasó a Panamá, y sin perjuicio algunos del servicio, antes por el contrario refrescando útilmente por quince días la tropa, se hubiera deshecho con esto solo el levantamiento de aquellos habitantes que acababa de suceder: repetidas veces se ha hecho presente las faltas cometidas en la dirección de la guerra de Venezuela, mientras don Pablo Morillo se hallaba en Santa Fe recibiendo partes tan felices como ajenos de la verdad: de consiguiente pues que hasta dicha época supongo muy enterado a V.M. de los acontecimientos de aquella guerra, juzgo pues, conveniente llamar solo su atención a los que dan principio en la campaña de 1818, época toda nueva, y de la cual nadie ha hablado hasta el presente a V.M. en comisión del general como testigo de vista.

Desde que los rebeldes fuesen dueños de la provincia de Guayana, y navegación del Orinoco, empieza, señor, la escandalosa época en que los enemigos de los derechos de V.M. en aquellos dominio, no son solo los criollos americanos (nunca los indígenas) sino una porción infinita de aventureros que correspondiendo a diferentes países del globo, traen particularmente el distintivo y salida de Inglaterra, reclutados públicamente con lisonjeras ofertas por comisionados al efecto; equipados, armados y organizados en expediciones a la vista de gobiernos amigos de V.M.

El general en jefe para oponer resistencia a los planes, que con la llegada de dicha gente se formase en el Orinoco, se decidió después de evacuada la isla de Margarita, a curar los males que el mal sistema, apatía y otras causa, de que ya he dicho supongo bien enterado a V.M. habían originado en Venezuela, y trató desde luego de llamar así, y lisonjear de todos los modos posibles a los antiguos oficiales y jefes de Boves y Morales que se hallaban licenciados sin destinarlos según estaba mandado, y aun desarmados. Con ellos reclutó la mayor parte de los soldados que se hallaban dispersos habiendo antes servido, y procuró organizarlos insensiblemente para que siendo más útiles se evitasen los antiguos desordenes. De este modo aumentó considerablemente sus fuerzas, y disponiendo y dotando lo mejor posible las europeas abrió su campaña de 1818, en términos tan brillantes, que sus operaciones han sido el asombro de la Europa ilustrada, y lo serán aun más cuando la Historia cuente a la posteridad los pormenores de once acciones campales en las que siempre triunfo el Ejército Real, pero cuyos triunfos para conseguirlos fue necesario se derramase la sangre de todos los jefes de aquel ejército, pereciendo gloriosamente muchos, y cuando próximo a tener esta suerte el mismo general en jefe por una horrorosa herida, e igualmente su segundo el mariscal de campo don Miguel de La Torre.

Salvase en aquel año de este modo Venezuela; disolvieronse las masas enormes que salieron de Guayana repetidas veces a poner en la capital de Caracas el estandarte de la rebelión y del crimen: vieronse obligados a volverse los enemigos de V.M. a sus rochelas del otro lado del Orinoco y bajo Apure para pasar la estación de las inundaciones; y la pequeña parte de nuestro ejército que quedó ileso, se situó en observación de aquellos; cuan hermoso aunque sensible espectáculo presentaban entonces los pueblos de Venezuela. Todos, señor, los que se hallaban en la dirección de la capital habían sido hollados, robados, y aun quemados por los enemigos, pero en todos con su sangre habían lavado los crímenes que habían cometido. En cada calle, en cada casería, en cada mata de los campos intermedios, habría tenido lugar alguna acción terrible, en que los soldados de V.M. con todos sus jefes siempre a la cabeza, hambrientos, descalzos, y sin pagas al solo grito de viva el Rey habían deshecho la mayoría de las masas enemigas en las que brillaba la dirección de los extranjeros, habiendo introducido entre aquella gente de color, a la que sobre valor personal, el modo de hacer útil la suma de estos mismos valores. En cada uno de los pueblos principales habían sido preciso establecer hospitales militares en que se curase la inmensa multitud de heridas que había producido la campaña, sirviendo de mucho consuelo observar que asombrados los habitantes de valor del Ejército Real, y conmovidos en vista de la más rígida disciplina quedaba en medir del furor de las acciones, el paso que los insurgentes todo lo devoraban, manifestaron el más vivo interés por los desgraciados, y la opinión general se decidió a nuestro favor.

Si entonces para empezar la siguiente campaña de 1819, cuando el Ejército Real se hallaba en medio de tantas victorias reducido a un esqueleto únicamente sostenido por el entusiasmo de la gloria adquirida en tantas batallas ganadas, hubiese ofrecido algún resultado la comisión y pliegos que trajo el oficial que ya he hablado: si cuando no el todo de lo que pidió, a lo menos hubiesen llegado en esta situación a las bocas del Orinoco algunos buques de guerra, tres mil hombres con sobrantes de armas y municiones, y algunos situados en La Habana y Veracruz para mantenerlos: no lo dude V.M. en la campaña última antes de mi salida de aquel continente se hubiese asegurado para siempre en él la paz y la debida obediencia y plaza de Guayana, con todos sus almacenes siendo casi imposible escapasen en dirección alguna ni los buques que estaban dentro del río, ni los jefes de aquella revolución, pues sabe bien V.M. que todo el país comprendido en las desembocaduras de los ríos Apure y Arauca, habiendo hecho el último esfuerzo posible con los que se destruyeron las fortificaciones y rochelas que se juzgaban impenetrables de los jefes rebeldes del llano.

Mas como nada llegó señor: como que los valientes de aquel ejército, en los mismos extraordinarios servicios que hacían desaparecían, sin ser reemplazados; al paso que en el citado año de 1819 llevaron a 59 los aventureros arribados a Margarita y Guayana a sostener la insurrección de aquellas provincias lo cual sin tales auxilios hubiera desaparecido: como que mientras esto pasaba en Tierra Firme, sucedía en los mares que la bañan multiplicarse los piratas y buques correspondientes a los insurgentes, por la nulidad de la llamada escuadrilla Real: el general don Pablo Morillo se vio en la dura precisión de reconcentrarse repasando los ríos Arauca y Apure para poder de este modo a lo menos sostener la capital de Venezuela, entrando pronto a acudir a desembarcos anunciados, y verificados después sobre sus costas enteramente abandonadas a los buques enemigos que hacían el doble daño de saquearlos e incendiarlas cuando querían, e impedir constantemente el comercio exterior reduciendo de este modo al más espantoso estado de miseria a aquellos habitantes.

Sin escuadra absolutamente: sin refuerzos ni reemplazos el ejército destruido en sus mismas victorias en un país entregado enteramente a la miseria contra un ejército reforzado con 50 soldados bien organizados, provistos los almacenes de 300 fusiles, e igual número de vestuarios: contra una escuadra insurgente e inmensa multitud de buques corsarios; que era ya posible, señor, que sucederá. Lanzose Simón Bolívar dueño de la navegación del Orinoco, Meta y Upia sobre los llanos de Caranare y Chire, y atacó la división que cubría la cordillera que da paso a la capital del virreinato de Santa Fe, y después de varios encuentros felices, sufrimos una derrota que le hace dueño de dicha capital desapareciendo con ella absolutamente la pequeña fuerza que guarnecía aquellos países desde su reconquista. El coronel Calzada se retira sobre Popayán con 1.000 hombres y el virrey don Juan Sámano sorprendido con noticia no esperada sale fugitivo para Honda, abandonando por la precipitación armas y caudales, y embarcándose en el Magdalena llegó a Monposo y Cartagena donde al mismo tiempo le llamaba la atención la expedición de MacGregor sobre el río Hacha. Dueño Bolívar de aquel hermoso virreinato sin que jamás sea posible al general Morillo intentar arrojarle de él, pues a penas pudo siendo muy feliz deshacer la expedición de 1.500 ingleses, y 10 criollos que al mismo tiempo que aquello pasaba en Santa Fe, desembarcaron en Barcelona; que nos queda, señor, que esperar sucederá en la compañía que al presente estará pasando. Aseguro a V.M. que como militar testigo de vista de nuestra situación, y la de los enemigos ya no tengo otra esperanza que la de que el general y sus valientes se sepulten en las ruinas de aquel continente como he dicho al principio me encargó especialmente expusiese a V.M. que estaba decidido a hacerlo; y que tal vez esta decisión dé por fruto se retrasarse algunos meses más la partida de tan vastos dominios, y el haber vertido inútilmente la sangre de tantos valientes.

¿Y podremos permanecer tranquilos cuando son tan precioso los instantes para la salvación de objetos tan dignos de la predilección y cariño de V.M.? En nombre, señor, de aquel general y ejército: en nombre de tanta familia desventurada por ser fieles a V.M., en nombre de la misma humanidad horrorizada de tanta víctima como será inmolada en aquellos países sino volamos a salvarlos, ruego a V.M. que dando lugar preferente en medio desbaratar atenciones, a meditar sobre cuanto llevo expuesto y sobre lo que expresa el pliego del general en jefe su fecha 13 de septiembre en el cuartel de Valencia, mande V.M. se tomen las medidas más eficaces para que si perdida de momentos se verifique no solo la expedición que sin pérdida de momentos se verifique no solo la expedición marítima anunciada; o que estaba dispuesta a salir, sino también con el competente número de transportes se embarquen a lo menos 60 hombres, pudiendo muy bien ser los 30 en pelotones sin regimentar que sirvan el reemplazo de los cuerpos que se hallan en aquel ejército: que se remitan al mismo tiempo 100 fusiles que sirvan para formar gente del país que puede luego de ocupado Santa Fe, pasar al virreinato del Perú a ofrecer allí el servicio que nadie duda es susceptible el batallón que se envió de Numancia, en inteligencia que hay allí tanta escasez de armas que de los auxilios prestados por La Habana ha sido preciso en lugar de socorrer al soldado, emplearlos en comprar malos y caros fusiles al extranjero: que se remita el mayor número posible de quintales de pólvora y balas que de pronto sea posible reunir; que se fije el situado con que de La Habana deba mensualmente socorrerse a Venezuela para hospitales y alguna parte de paga mensual: que al frente de la expedición además de los brigadieres nombrados haya un general capaz de encargarse de la dirección de aquella guerra, si desgraciadamente hubiese perecido, o pereciesen don Pablo Morillo, el cual ya poco puede servir activamente por los achaques que a resultas de su herida recibida en la acción de la Puerta le aparecen cada día, estando ya casi imposibilitado de ponerse a caballo, siendo en este citado que luego que con su opinión recibidos los auxilios, restablezca el orden, se le haga venir a tener el consuelo de ser antes de morir a V.M. según desea, y exhalar sus últimos alientos en los brazos de su familia abandonada y aun olvidada por el amor extraordinario que profesa a su rey y a su patria.

Si V.M. como lo espero de su justicia se digna mandar a quienes corresponde que con el más vivo interés dispongan lo necesario a verificar los auxilios pedidos sin permitirla menor dilación, ni disminución de cuanto he dicho, pues por la circunstancias presentes he rebajado lo que el mismo general pide en su citada carta que he traído, tendrá el consuelo que los vasallos de aquel continente le llamen su redentor y su padre, y que aquel ejército viendo coger el fruto de su sangre derramada, y de la muerte de tantos compañeros de armas, lo den todo por bien empleado, remueven su entusiasmo por la defensa de aquella causa, y pidan al Ser Supremo por la conservación de V.M. que en medio de apuradas y aun tristes circunstancias conmovido al oír si lamentable suerte, se dignó entender sus paternales desvelos para salvarlos: más tiemblo señor, al pensar si se pierden los momentos, será horrible la desesperación en que perecerá la inmensa multitud de familias que por ser fieles a V.M. sufren ya hace diez años todo género de privaciones, andando fugitivas de los pueblos que ocupan los insurgentes; y momentos terrible la amargura del ejército al sepultarse con la utilidad de sus sacrificios en las rimas de aquel continente en él que ya no es posible dar un paso sin que los sacrificios de la fidelidad de la mayor parte de sus habitantes, y la heroicidad del ejército español enviado para salvarle.

En el mes de mayo, señor, es la época que empiezan las inundaciones del llano, a decir que si un mes antes no han llegado los auxilios a Venezuela para poder parar con buena estación a arrojar a Bolívar de la capital de Santa Fe, no es posible después hasta el mes de diciembre en cuyo tiempo habrá podido sacar tanta gente y dinero de aquel virreinato regimientándola con la multitud de oficiales extranjeros, y con la tranquilidad de ocupar por más de un año dicha capital sin zozobra ninguna, que podrá hacer después una tan horrorosa irrupción ya sobre Popayán, ya sobre Venezuela que creo inútil hasta el pensar en que aquello podamos salvarlo, sino que sucumbió todo bajo el yugo de los rebeldes, empezándose entonces con toda decisión la guerra de color que nadie duda inundará de sangre aquel país luego que desaparezca el ejército español que sostiene la mayoría de fuerza de los blancos. De consiguiente debiéndose contra cuarenta días a lo menos para que una expedición salida de Cádiz recalase sobre Tobago o la Trinidad, está demostrada la urgencia de aprovechar los momentos.

El amar verdaderamente a V.M. deseando en su reinado sucedan extrañas desgracias como las que he anunciado, mi deber y cariño hacia el general y ejército y buenos habitantes de Costa Firme, han conducido ni pluma en cuanto llevo expuesto: no he buscado ideas terribles para conmover a V.M., por el contrario ansiando el no turbarle he procurado disminuir, y aun disimular en cuanto no necesario al objeto de salvar aquello, las más tristes que me ocurren: ruego a V.M., pues, que en cuanto con la mayor sumisión y respeto tengo el honor de exponer A.S.P. reciba el homenaje más puro de amor y sumisión hacia su Real Persona a quien el cielo haga tan feliz como deseo y justamente merece.



Madrid 3 de febrero de 1820 = Señor A.L.R.P. de V.M. León de Ortega = Coronel ayudante de campo del general en jefe del ejército de Costa Firme.

Es copia.